Pinturas


A cada lienzo que compone bIZI le acompaña un texto y a veces una bicicleta.




La llamada a la aventura y el rechazo a la llamada. 195 x 260 cm. Acrílico sobre lienzo


Un día quedé para comer con un amigo un cocido madrileño, muy cerca de mi casa, yo llevaba varios meses pagando el alquiler con muchos apuros, aunque este no iba a ser el tema principal de la conversación. Le hablé de Bizi, de todas las ideas que tenía para el proyecto, del tema, de la estructura, del porqué. Él me escuchó atentamente y me dijo «te compro el primer cuadro», con ese dinero pagué el alquiler del piso, compré pintura, telas, bastidores y me comprometí.



Desde que se me ocurrió bIZI hasta que comencé el primer cuadro pasaron dos años, sabía por dónde empezar pero la falta de tiempo o la escasez de recursos eran las excusas. El miedo me mantenía en mi mundo conocido. Un amigo y un cocido madrileño me empujaron a la aventura.



La ayuda sobrenatural. 195 x 260 cm. Acrílico sobre lienzo



En Colmenar del Arroyo, en la finca de mi tío Claudio, había un pasillo al aire libre, habitado por parra y urracas, entre el muro que rodeaba todo el terreno y el césped que anticipaba la piscina. Eduardo sujetaba la bici, con los ruedines recién quitados. Mi yo niño sentado en ella. Delante de mí, un camino fugado hacia una experiencia que no olvidaré jamás, porque aprender a montar en bici es como aprender a montar en bici: nunca se olvida.



El cruce del primer umbral. 195 x 130 cm. Óleo y acrílico sobre lienzo


Siempre que empiezo algo me aterrorizo, me asusta el primer día de cole, comenzar en un trabajo o una cita a ciegas. Recuerdo la primera vez que me quedé a comer en la escuela, yo lloraba al ver que mi madre me abandonaba sabiendo que no comería en casa, recuerdo esa sensación de no volver al hogar cuando sonó la campana y la puerta que me separaba de la sala donde esperan los niños que se quedan a comer en el colegio.



El vientre de la ballena. 360 x 190 cm. Tríptico. Acrílico sobre lienzo



Crucé la puerta que daba a la sala de los que se quedan a comer y aquella imagen me tiene aún hoy, enamorado, cientos de niños jugando, la fiesta de la vida, se me pasó el miedo en un instante. Pensaba que mi madre me había dejado solo, aquella estampa estaba muy lejos de la soledad.



El camino de las pruebas 130 x 195 cm. Acrílico sobre lienzo


Cuando emprendes un camino, sea del tipo que sea, conoces el punto de partida y el objetivo final pero todo lo que pasa en medio es desconocido, no sabes lo que va a suceder.



El encuentro con la diosa 130 x 195 cm. Acrílico sobre lienzo


El proceso de crear cada pintura de bIZI es el siguiente: investigo sobre la etapa correspondiente al viaje del héroe, por ejemplo, El encuentro con la diosa, la primera imagen que imagino es la que me quedo, con la que empiezo a trabajar, en este caso me vino a la mente la representación de una virgen con el rostro de mi hermana. El siguiente paso es encontrar un vínculo entre esa idea que surge y el ciclismo. Los ciclistas aficionados y profesionales tienen tres patronas fundamentales, la Madonna del Ghisallo, la Señora de Dorleta y Notre Dame des cyclistes.

Yo he querido crear una imagen que una todas, nos de fuerza y nos proteja en el viaje, sea cual sea.


La tentación 130 x 195 cm. Acrílico sobre lienzo



En el oficio de pintar es fundamental la fuerza de voluntad para trabajar cuando nadie te obliga. A menudo hay que enfrentarse a las tentaciones de naturaleza práctica o hedonista que podrían alejarte del camino. Por eso es importante disfrutar del proceso y que este sea más placentero que cualquier tentación.



La reconciliación con el padre 195 x 130 cm. Acrílico sobre lienzo.


Cuando era niño —tendría unos 7 años—, estaba una noche durmiendo y soñaba que iba a participar en una carrera de bicicletas. Para competir en ella podía elegir la bici que más me gustase. Si ganaba la prueba me podía quedar con la que hubiera elegido. Por circunstancias de la carrera, iba en cabeza. Tracé la última curva, subí lanzado por una rampa, salté por encima de un SEAT 127 color blanco y justo en ese instante, suspendido en el aire y a punto de entrar el primero en meta, me despertó mi padre: «¡Kike, despierta, hay que ir al cole!».


Apoteosis (En proceso)


El don final 195 x 130 cm. Acrílico sobre lienzo.




Uno de los objetivos que buscaba con el proceso de bIZI era encontrar mi yo artista y librarme de esas cadenas que te sujetan en corto y te llevan a pintar como los demás creen que debes hacerlo, pintar para que le guste a los demás. La motoretta era la «moto» que los niños rebeldes deseábamos. Mi abuela paterna decía que yo estaba hecho de la piel del diablo. ¿Puede un niño ser malo? ¿Puede un artista hacer lo que quiere?


12. La negativa a regresar (En proceso)


13. El vuelo mágico (En proceso)


14. El rescate exterior (En proceso)


15. El cruce del umbral de retorno. 195 x 130 cm. Acrílico sobre lienzo



El cruce del primer umbral fue el primer cuadro que pinté y en coherencia con la idea circular de este proyecto volví a pintar el mismo cuadro 9 pinturas y 2 años después. 




16. El hombre de los dos mundos. 130 x 190 cm. Acrílico sobre lienzo



Suelo moverme por la ciudad en bici. Voy al trabajo en una Peugeot de color rojo, ochentera, de carretera. Ella y yo esquivamos baches, coches y motos; llegamos al portal, subimos por las escaleras, abrimos la puerta y entramos juntos al taller.


17. La libertad para vivir. 390 x 260 cm. Acrílico sobre tela (En proceso)